El frío del final del otoño y todo el invierno, son periodos especialmente críticos para quienes padecen algún tipo de enfermedad reumática. Las bajas temperaturas, la humedad y la presión atmosférica son factores que hacen más evidente el dolor y pueden acelerar la inmovilidad.
En estos casos lo conveniente no es abrigarse mucho, sino mantener una temperatura constante. En invierno una sudoración excesiva y el cambio brusco de temperatura –salir de un lugar con clima artificial al exterior por ejemplo- favorecen lumbagos, tortícolis y enfriamientos.
Además de ponerse ropa cálida, se recomienda hacer ejercicios de bajo impacto como caminata, abdominales, natación y bicicleta fija para ejercitar articulaciones, rodillas y zona lumbar, además de llevar una alimentación balanceada para evitar subir de peso. Estos son los cuidados fundamentales para mantener una buena calidad de vida en el paciente con artritis reumatoide, de ahí la necesidad de hacer ejercicio y aprovechar los beneficios de las terapias biológicas que inhiben la progresión de la enfermedad, como es el caso de Adalimumab.
Sin embargo, es la rehabilitación la piedra angular en la recuperación del paciente con AR, ya que aún cuando la enfermedad se encuentre activa y el enfermo presente limitación como consecuencia del dolor e inflamación, no estaría exento por sí mismo de tener actividad física.
“Es importante mencionar que la falta de uso de las articulaciones en los pacientes con Artritis Reumatoide (AR), puede provocar que en una semana disminuya la capacidad muscular y la fuerza de las fibras musculares”, aseveró el doctor Carlos Abud, Reumatólogo e Investigador de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.
La cantidad de actividad física dependerá del grado de afectación, y de la capacidad del individuo para iniciar poco a poco movimientos activos incluyendo con peso para fortalecer los grupos musculares afectados. Si una persona está discapacitada, incluso con daño crónico o limitación funcional, se recomienda realizar una rutina de ejercicios pasivos con incrementos de los arcos del movimiento, que incluya flexión ventral de la muñeca hasta 90º , así como flexión de las rodillas y elevación del hombro por más de 180º o más.
El Dr. Abud, destacó que “si el individuo está muy limitado, lo puede hacer paulatinamente, sin condicionar mayor dolor, pero si su estado funcional está bien puede realizar movimiento activos y activos con pesos o resistencia”.
La rehabilitación le abre al paciente el panorama, a diferencia de lo que se pensaba antes, que un individuo con proceso inflamatorio debía guardar reposo absoluto, al contrario esto condicionaría mas incapacidad tarde o temprano. Para un mejor resultado se tiene que incluir a los familiares del paciente en el esquema de tratamiento para la aceptación y la comprensión del padecimiento crónico y de las diferentes modalidades terapéuticas y las indicaciones médicas que deben acatarse para lograr con éxito una rehabilitación integral.
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