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EL TRABAJO DE “SER MUJER”
Primera parte

Por: Marisela Reyes G.

Hoy en día es común ver a un gran número de mujeres en labores que, en siglos pasados, eran exclusivos para hombres. Las hay en todos los campos: desde destacadas profesionistas, hasta en los trabajos más “sencillos”.
Cada vez son más las mujeres que se desempeñan simultáneamente en la esfera familiar y la del trabajo fuera de casa; en más de la mitad de los hogares mexicanos hay una mujer que percibe ingresos, independientemente de que ella cumpla también con un rol de mamá, esposa o hija. Si hasta ahora ha sacado adelante a su familia con éxito.
Para las mujeres no ha sido fácil abrirse camino en un mundo gobernado por donde predomina el sexo masculino. Es a partir de 1956 cuando por fin se dio oportunidad a la mujer de tener VOZ y VOTO.

Este es un tema que “tiene mucha tela de donde cortar”, pero en esta ocasión se englobarán todas la tareas que una mujer desempeña día a día, tal es el caso de las mujeres que tienen que dejar a sus hijos en guarderías, con algún familiar, inclusive con algún vecin@.

Durante mucho tiempo (inclusive actualmente) se le dio el mote de “el sexo débil”, ¿y nos hemos preguntado el por qué? Quizá nunca encontremos una respuesta que nos convenza, pero es obvio que la raíz de todo proviene desde el seno familiar ¡y desde tiempos remotos! En siglos pasados la mujer únicamente tenía que cumplir un rol: tener todos los hijos que Dios le mandara, dedicarse a un marido, el cual le fue impuesto porque así lo acordó un padre recio y estricto y donde lógicamente no importaba la opinión de “una simple mujer”.

Hoy en día, desafortunadamente se sigue dando este tipo de situaciones. Escuchamos frases como: “estas labores son de mujeres, no de hombres” ó “deja que tu hermana levante tu plato…” Usted como lector, pensará que la culpa no es de “ÉL” y tiene toda la razón.

La educación comienza desde los hábitos que se le inculquen al sexo masculino. No por el hecho de que “ellos” también realicen actividades domésticas, los hace convertirse en “seres extraños”; ¡claro que no!: ni los vuelve ni más ni menos que nadie. Si uno como madre dejáramos que nuestros hijos varones ayudaran en esas “labores”, que no hubiese distinción de ninguna índole con nuestras “niñas”, definitivamente habría menos “machos” de los que hoy en día existen. Y que quede claro que no tengo nada en contra del sexo masculino. Conozco a grandes hombres que en verdad merecen ese título, pero no por ello dejo de ver su “pequeños defectos”

Por lo tanto, la evolución de “ellas” no ha sido nada fácil. Han jugado un papel importante en varios sentidos: son hijas, son novias, son esposas y son madres; desgraciadamente en este último papel que les tocó desempeñar se olvidan (o las hacen olvidar) de algo muy importante: el que son grandes mujeres.