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“TODO BAJO CONTROL”

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¿Cuántas veces realmente logramos demostrar con hechos esta afirmación?
El cuerpo humano tiene un sorprendente sistema que responde a impulsos dictaminados por el cerebro, conformando un mecanismo que consta de dos principales áreas: El sistema nervioso voluntario y el sistema nervioso involuntario, que forman el sistema nervioso central.

Sin embargo existen padecimientos como la Enfermedad de Parkinson (EP) que afecta al sistema nervioso y ataca principalmente al sistema nervioso autónomo, aquel que no obedece directamente nuestra voluntad, sino que está regido por las señales enviadas por los neurotransmisores, dicho sistema proporciona el control automático de las funciones de los órganos internos como la circulación, la respiración, la digestión, la regulación de la temperatura y la presión sanguínea.

En una actividad cotidiana como sería correr, ambas áreas interactúan para proporcionar al cuerpo el oxígeno necesario, y a la inversa, el sistema nervioso autónomo influye sobre los músculos que están primordialmente bajo control voluntario, por ejemplo la expresión facial como respuesta a los estímulos emocionales.

En el sistema nervioso central sano existe un “equilibrio de neurotransmisores” constante garantizando el fluido equilibrado de información de una célula a otra, lo que significa que los movimientos voluntarios están controlados y los involuntarios mantienen una estabilidad en sus funciones.

Cuando se presentan una afección con la Enfermedad de Parkinson los neurotransmisores disminuyen su actividad provocando la muerte de las células productoras de dopamina, generando una alteración en el sistema nervioso central que se aprecia en una etapa avanzada de la enfermedad por la pérdida de control de movimientos.

El equilibrio de los neurotransmisores se puede restablecer con la ayuda de fármacos, tratando así el trastorno del movimiento y reestableciendo hasta donde sea posible la función de los mismos.

Debido a la progresión del padecimiento, es necesario mantener un tratamiento que el especialista planteará según la situación personal del paciente. Uno de los fármacos que se utilizan en las etapas tempranas del padecimiento es la amantadita, que forma parte de un grupo de medicamentos llamados anticolinérgicos y que ayudan en la disminución de síntomas del Parkinson.

La movilidad de los pacientes tratados con amantadina muestra una mejoría rápida y perdurable. Adicionalmente, mejora el estado de ánimo de los pacientes y tienen más energía.

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